Antropología del tabaco

18.05.2019

Desde tiempos precortesianos el tabaco se fumó, se olió, se preparó en medicinas, se utilizó en ceremonias adivinatorias, se colocó frente a los altares. Los españoles lo conocieron cuando llegaron a América, a finales del siglo XV.

USOS MEDICINALES EN EL MÉXICO ANTIGUO La antigua medicina suele parecernos brujería, pero lo mismo sucederá con la nuestra en el futuro. La medicina, como cualquier otra expresión cultural, forma un total de tradiciones que no pueden entenderse por separado. Las costumbres terapéuticas mesoamericanas integraban la cosmovisión, igual que lo hacían los dioses, y si solamente analizamos sus fórmulas médicas, nos van a parecer supersticiosas e ignorantes. Las plantas medicinales en general fueron consideradas cuerpos de deidades protectoras de la salud humana; el tabaco quedó incluido en esa categoría. Ahora y entonces el médico es un elemento curativo, su figura relaja la tensión del enfermo y empieza la mejoría. Por ello, el calabacillo del piciete era símbolo de salud o de un buen parto. 

CITAS HISTÓRICAS DEL TABACO Muchos son los autores que se ocupan larga o cortamente de esa planta en el México antiguo: Sahagún, Durán, Torquemada, Ruiz de Alarcón, Muñoz Camargo, Tezozómoc, Cervantes de Salazar, Pomar, Hernández, Martín de la Cruz, Serna, la Relación de Michoacán, el Códice Trocortesiano, el Códice Borbónico, y paro de contar por no fatigar al lector. Para confirmar que en la antigüedad fue una planta muy apreciada y no simplemente utilizada como agente de vicio, sino que ocupaba un lugar en la religión, en la medicina, en el hogar, en el bienestar, y en el solaz de la gente, haré algunas citas de las fuentes de la historia para dejar buen sabor de boca en tanto a las referencias del tabaco. Bernal Díaz del Castillo, en su libro La conquista de Nueva España, nos dice que a Moctezuma: "...le ponían en la mesa tres cañutos muy pintados y dorados y dentro traían liquidámbar revuelto con unas hierbas que se dice tabaco, y cuando acababa de comer, después que le habían cantado y bailado y alzado la mesa, tomaba el humo de uno de aquellos cañutos, y muy poco, y con ello se dormía". Los comerciantes hacían viajes muy largos para llevar mercancías y regresar con novedades; eran grandes personajes en la sociedad y tenían el doble papel de mercaderes y espías. Preparaban contingentes de tamemes, que cargaban, y varios pochteca o comerciantes especialistas en política, trueque y lenguas fuereñas. Atravesaban Mesoamérica y llegaban hasta Centroamérica con normalidad, cargando cerámica, textiles, frutos, animales y objetos preciosos. Para aguantar la fatiga, los pochteca fumaban cañas de tabaco al salir y al regresar de la expedición. Durante el viaje invitaban a los jefes de los pueblos donde pasaban y les ofrecían principalmente cañas de humo, o sea pipas con tabaco que perfumaban con xochocotzotl, al que los españoles llamaron liquidámbar. El tabaco en pipas de caña es citado al final de las comidas por casi todos los autores; en cambio, la pipa de barro parece haber sido extraordinaria y probablemente sólo la acostumbraban en ceremonias religiosas

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